Ulises: el hombre sediento de infinito.
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“El mito de la antigüedad que está más cerca de la mentalidad de hoy, y que iba a encontrar su expresión más potente en suelo cristiano, es el mito de Ulises. En Dante Alighieri ha encontrado su fuerza expresiva como en ningún otro autor, en ninguna otra versión de la literatura antigua. Ulises es el hombre inteligente que quiere medir con su propia genialidad todas las cosas. Tiene una curiosidad incontenible: él es el dominador del Mar Mediterráneo. Imaginemos a este hombre con todos los marineros que van en su barco de Ítaca a Libia, de Libia a Sicilia, de Sicilia a Cerdeña, de Cerdeña a las Baleares: ha medido y controlado todo el Mare Nostrum; lo ha recorrido todo él a lo largo y a lo ancho. El hombre, Ulises, es medida de todas las cosas. Pero, cuando llega a las columnas de Hércules, se encuentra con la convicción común de que la sabi- duría, es decir, la medida segura de todo lo real, ya no es posible. Más allá de las columnas de Hércules no hay nada seguro, sólo el vacío y la locura. Al igual que quien iba más allá de éstas era un fantasioso que no tenía ya certeza alguna, hoy se piensa que más allá de lo experimentable, entendido esto en sentido positivista, sólo hay fantasía o, en cualquier caso, imposibilidad de tener seguridad. Pero él, Ulises, precisamente a causa de la «altura» con que había recorrido el «mare nostrum», al llegar a las columnas de Hércules sintió que aquello no era el fin, que más bien era como si su verdadera naturaleza se desplegara a partir de aquel momento. Y entonces quebrantó la sabiduría y se marchó. No se equivocó porque fuera más allá: ir más allá estaba en su naturaleza humana, pues, al decidirlo, es cuando se sintió verdaderamente hombre. Ésta es precisamente la lucha entre lo humano —es decir, el sentido religioso— y lo inhumano —es decir, la postura positivista de toda la mentalidad moderna—. Ésta última diría: «Hijo mío, lo único seguro es lo que tú puedes constatar y medir científicamente, experimentalmente; más allá de esto sólo hay fantasía inútil, locura, afirmación quimérica». Pero más allá de este «mare nostrum» que podemos poseer, controlar y medir, ¿qué es lo que hay? El océano del significado. Uno comienza a sentirse hombre cuando traspasa estas columnas de Hércules, cuando supera ese límite extremo que impone la falsa sabiduría, con su seguridad opresiva, y se interna en el enigma del significado. La realidad, en su impacto con el corazón humano, produce la misma dinámica que las columnas de Hércules produjeron en el corazón de Ulises y de sus compañeros, con los rostros tensos por el deseo de alcanzar otra cosa distinta. Para aquellos rostros ansiosos y aquellos corazones llenos de pasión, las columnas de Hércules no representaban un límite, sino una invitación, un signo, algo que invitaba a ir más allá de sí mismo. Ulises y sus compañeros de navegación en la Odisea no se equivocaron por ir más allá.”
Luigi Giussani, El sentido religioso, pp. 192-194
Aquí puedes leer el texto traducido de la Divina Comedia, Infierno, Canto XXVI.
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